OTOÑO
Releyendo los SONETOS ESPIRITUALES de Juan
Ramón Jiménez y dentro de los del grupo AMOR, me encuentro con el soneto
titulado OCTUBRE que comienza: “Estaba echado yo en la tierra, enfrente/el
infinito campo de Castilla,/que el otoño envolvía en la amarilla/dulzura de su
claro sol poniente”…
Ese oro fresco de la tarde
malvada, esas colinas en el ocaso de tardes de ensueño, esos tonos grises
crepusculares, azules, violetas arrebatados a tus ojos, amor, esos no volverán.
Amor, en el campo, las rocas cárdenas que otras veces exhibían un manto de
musgo verdecido y apuntaban brotes de fresca hierba que poco a poco engalanan
el paisaje, este año no volverán, por ahora, ni tejerán su alfombra en caminos
y sendas utilizando los ropajes ocres que la arboleda desecha.
Ya sabes,
amor, cuánto imploro la lluvia para llenar de vida los sembrados del poema de
J.R.J: “lento, el arado, paralelamente/
abría el haza oscura, y la sencilla/mano abierta dejaba la semilla/ en su
entraña partida honradamente/”. Pero este octubre, ya te digo, amor, quiere
secar los campos con aventadores de nubes trayéndonos por el postigo de la
retina estas imágenes que incomodan en los recuerdos, esta calina de una mendaz
otoñada.
... Espero, amor, que el otoño silencioso vaya inundando tu imagen de una vaga
niebla y se enciendan las hogueras del recuerdo que van dejando las cenizas del
olvido.
Antogar, octubre 2017
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