martes, agosto 01, 2017

PLASENCIA Y SOROLLA



PLASENCIA Y SOROLLA
A finales del Siglo XIX comienzan a aparecer una serie de pintores que consolidan un estilo llamado costumbrismo cuyo progresivo resurgimiento culminará con una de las figuras más importantes del Siglo XX: Pablo Ruiz Picasso.
Entre esta pléyade de artistas costumbristas, ocupa un lugar destacado el pintor valenciano Joaquín Sorolla. El mar, los pescadores, la arena, las playas, el sol y sobre todo la luz son los atributos de Sorolla. Este artista recorre las tierras de España en busca de tipos y paisajes que le servirán de base para el proyecto que tiene en mente: realizar un conjunto de cuadros monumentales, visiones de España, como encargo de un mecenas norteamericano llamado Huntington para la Hispanic Society of America de Nueva York.
En el otoño de 1917, en octubre, Sorolla llega a Plasencia en busca de uno de esos paisajes de España. Ya ha estado antes aquí, quedando impresionado por la forma de vestir de gente que venía al mercado de los martes. Quiere plasmar estas costumbres y el mercado para el cuadro de Extremadura. Tiene prisa y sólo permanecerá aquí algo menos de un mes. Lo justo para confeccionar los estudios y bocetos que posteriormente darán lugar a un grandioso cuadro dedicado a Extremadura. El lienzo se titula “El mercado” y va a formar parte de la colección en la que están representadas todas las regiones de España y que formarán una de las mejores colecciones que decorarán los museos más importantes de América.
Es fácil pensar que en estos momentos en la otra orilla del océano, en la populosa ciudad de Nueva York, en la la Sala Sorolla de la Hispanic Society, un grupo de personas contemple la mágica obra del genial pintor valenciano. Delante del cuadro que representa esta escena extremeña y placentina tratarán de desentrañar su significado. Y entonces la luz de la mañana placentina inundará el espacio, la luz herida por los pinceles de Sorolla, la luz como reclamo de oro atrayente para el espectador.
La composición no puede ser más precisa y real: un grupo de campesinos llevan sus ganados al mercado del “Cachón”. Hombres vestidos de recio paño lucen el cobre batido de su piel soleada. Mujeres orgullosas y altivas, atractivamente altivas, cubren su cabeza con pañuelos negros; alguna emboza su cara llenando el ambiente de misterioso encanto. Su elegante talle se cimbrea en saleroso remeneo de sayas rozando levemente el aire cual capote que encela con su hermosura mientras lucen con encanto una preciosa gorra de mil colores, donde Sorolla agota toda su paleta. Una piara de cerdos en primer plano nos anuncia el mercadeo animal del lugar. En segundo plano el puente de piedra sobre el Jerte sirve de tránsito y trasiego del ir y venir de carros, carretas y gente al mercado comunicando la ciudad con el paraje. Las recias murallas, las cresterías de la Catedral y el palacio arzobispal. son el telón de fondo para esta entrañable escena en la que se recoge un trozo de España, bajo un cielo luminoso de un azul trasparente. Es el cielo de Plasencia. Es la luz que da vida y que Sorolla substancia de manera magistral.
Este año que Plasencia conmemora el centenario de su estancia en Plasencia, en nombre de todos los que amamos a Plasencia, a Extremadura y a España, gracias, Sorolla. 
© A.G.S.(Antogar)

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