Una vergüenza. Eso es lo
que vivimos en estos momentos, en estos años- que ya duran una eternidad-,
sufriendo la lacra de una crisis que nadie reconoció. Durante muchos años ya la
desesperanza anida en el corazón y el alma de millones de personas que ven como
no se atisban soluciones a los problemas que les perturban día a día, año tras
año. Millones de personas que sufren la flagelación- azotes que como Jesús
afrontó física y moralmente- de los recortes, el paro, etc, como una plaga
bíblica,- después de las alabanzas y batir de palmas hacia políticos mientras
meneaban el árbol de la abundancia´- en la que cada anochecer presagia un peor
amanecer porque todos, por omisión o comisión, metieron la mano- una o las dos,
y hasta los pies- donde no debieron, lavándoselas
luego y no sólo las manos sino todo el cuerpo, mirando hacia otro lado. Cada
día se descubren manejos políticos, casos de corrupción, jóvenes preparados que
tienen que salir, pasaporte en mano, a otros países para poder labrarse un
futuro, etc.
Todos esos “pilatos” participaron en la “Pasión” de millones de “nazarenos” que
cargados con la cruz de sus miserias, de su dolor, de su desesperación, suben
cada día por estrechas callejuelas bajo los azotes del hambre, desesperanzas y
desdichas hacia la cumbre del Gólgota, donde sólo ven clavos,
cruces, sangre, angustia. Y cada
uno arrastrará su pasión, mientras profieren palabras, a imitación del Maestro.
“Quiero un trabajo”. “Tengo hambre” pero no el “perdónales porque no saben lo
que hacen” porque-piensan- sí sabían lo que hacían. Esa simonía que practican con
las imágenes del altar sagrado del oro y la plata de todos, de lo público; sí
sabían lo que hacían Ni “hoy estarás conmigo en el paraíso” porque el paraíso que
conocen hace referencia a los paraísos fiscales donde ponen a buen recaudo
todos los denarios que percibieron en compensación por su traición al igual que
Judas, aunque ninguno llorará su culpa y menos devolverá las treinta monedas ni
se ahorcará aunque sea políticamente por su felonía.
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