domingo, julio 13, 2025

ENTRE PIEDRAS Y SABORES: UN VIAJE POR EL NORTE PALENTINO Y CANTABRIA

 Partimos de Cervera de Pisuerga donde anidamos, refugio custodiado por montañas donde el pan de hogaza aún humea, y la cecina lleva el sello del humo lento para iniciar un viaje entre cultural y gastronómico, entre lo sagrado y lo sabroso.

Hacia Potes, el camino se retuerce entre montes y abismos. Antes, nos espera un alto en el alma: el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, guardián de un Lignum Crucis y del eco de Beato, aquel monje que pintó dragones y apocalipsis. La espiritualidad se mezcla con la historia, como el incienso con la humedad del valle.
En el Desfiladero de la Hermida donde el río Deva rasga la roca como un bisturí, el coche parece navegar entre paredes verticales que rozan el cielo. Las obras de adecuación y ensanchamiento con paradas intermitentes hacen la ruta algo pesada. Es un pasillo natural hacia el mar, y lo que aguarda al final es un suspiro azul: San Vicente de la Barquera, donde la merluza en salsa verde y las anchoas, sardinas, etc, recién fritas son homenajes al Cantábrico.
En Comillas, el Capricho de Gaudí, torres modernistas, se saborean con rabas o anchoas con mantequilla negra. Seguimos camino hacia Torrelavega y Reinosa donde El Ebro empieza a ser río.
Y el viaje, que ya huele a regreso, encuentra en Aguilar de Campoo iglesias, ermitas y capiteles que salpican el entorno como estrellas talladas en piedra. Santa María la Real, imponente, guarda siglos de oración entre sus muros. Y sí, también están las galletas, que devuelven dulzura al viajero fatigado.
El círculo de este viaje se cierra en Cervera, donde todo comenzó. La ruta ha sido un mapa de emociones, dibujado con tinta de paisaje, de cultura y gastronomía.
Y como todo buen viaje, ha sembrado el deseo del siguiente.

domingo, octubre 06, 2024

 


MEDITACIONES DEL LUGAR

La Antología poética “Meditaciones del lugar” del poeta Álvaro Valverde es una muestra representativa de la evolución y madurez poética del autor a lo largo de su carrera. Valverde, se caracteriza por su estilo sobrio y reflexivo, cargado de una intensa contemplación de la naturaleza, el paso del tiempo y las emociones humanas. En esta antología, se puede apreciar su dominio de la palabra como un instrumento para expresar lo cotidiano con profundidad, pero sin caer en lo impreciso o lo grandilocuente.

Valverde utiliza un lenguaje sencillo pero profundo, explorando temas como la memoria, el paso del tiempo y la conexión con el entorno. Además, hay una sensación de contemplación en su obra, como si el poeta estuviera profundamente atento a lo que le rodea, pero sin perder de vista su conexión con lo universal. Su estilo es sereno y contenido, sin caer en excesos líricos, lo que otorga a sus versos un aire de transparencia y naturalidad al estilo machadiano donde el paisaje y el pensamiento se conectan.

Su poesía está impregnada de una búsqueda tanto en el lenguaje como en las ideas que expresa, lo que le convierte en un poeta accesible, pero no por ello superficial. Su enfoque minimalista y su precisión verbal le permiten crear atmósferas íntimas y cercanas, donde lo importante no siempre es lo que se dice, sino lo que queda entre líneas.

Uno de los aspectos que destacan en su obra es el silencio y el espacio; el "lugar" se convierte en un motivo recurrente: Los sitios que hemos habitado en momentos clave de nuestra vida se impregnan de significados y simbolismos que permanecen con nosotros a lo largo del tiempo; ciertos lugares adquieren una dimensión trascendente por algún motivo convirtiéndolos en un territorio mental con una constante invitación a la pausa, a la introspección, en la que el lector puede encontrar resonancias universales.

En resumen, la Antología poética de Álvaro Valverde es una excelente puerta de entrada a la obra de un poeta que ha sabido construir un universo propio basado en la observación y la meditación sobre la vida cotidiana y sus pequeños, pero significativos, misterios.

A.G.S. (octubre 2024)

miércoles, mayo 16, 2018

LOS DÍAS AZULES DE MACHADO


LOS DÍAS AZULES DE MACHADO
La tristeza y melancolía del invierno ya huyó. La primavera nos trae otra luz, la luz que seguramente vio Machado en sus últimos días cuando en un arrugado papel escribió los que serían sus últimos versos: “Estos días azules/y este sol de la infancia” y que se encontraron tras su muerte en un bolsillo de su gabán. A su memoria este texto:
La primavera de días azules
devuelve la esperanza del mañana
desde el sol de la infancia,
desde el nacer de un nuevo día,
al atardecer de una mirada.

Allá en la frontera, D. Antonio
vuelve a su niñez.
Limpia los cristales de los recuerdos
y entra el sol de la infancia
por la ventana de su corazón.

Son los días azules de su fe.
Agarrado a su torpe caminar,
cargado de espinas,
cruzará los horizontes azules
con el sol de la infancia.

©Antogar. Mayo 2018

domingo, abril 15, 2018

CEREZOS


El Valle del Jerte en estas fechas se convierte un año más en una espectacular alegría paisajística gracias a los miles de cerezos florecidos. Pareciera que cada año se hiciera realidad una razón de amor como la de Abderramán que para curar la tristeza de su amada hizo plantar en Córdoba almendros para que no añorara la nieve.
Esto es lo que ocurre aquí con la nevada floral en cada primavera; alguien llevó su enamoramiento a este lugar y lo cubrió de cerezos para que compitiera, haciendo sombra, a la albura de la nieve que encanece las cimas del Valle.
Estamos anhelantes de estos días de primavera, de flores y nieves, de blancos y verdes, de cascadas y cantos que, bajo el manto del azul intenso, no pueden ser más hermosos y gratos para este entorno paradisíaco.
Y aunque abril haga este año honores al refrán “en abril aguas mil” y vierta cántaros de agua y nieve, nunca irá en contra de su propia esencia primaveral, siempre viene con ternos luminosos que harán más atrayentes las claridades de sus días.
¡Gracias, abril!, tráenos pronto esta realidad envidiada, porque tú sabes dónde está la pasión, porque aquí, en este valle de sueños, tienes asegurado el espectáculo de la floración. Tú pones el tiempo, el valle pone la belleza. ¡Qué paz aquí, en abrazos de enamorado, en tardes misteriosas! Sobre mí tu luz, sobre mi cuerpo tu brisa y sobre los cerezos la sonrisa.
©Antogar 2018