CORRUPCIÓN
Hace justo un año el Papa Francisco en la capilla de su residencia de Santa Marta arremetía contra la corrupción en una
homilía anatematizando esta práctica de coima o soborno que tanta actualidad
cobra en estos momentos en que están aflorando tantos y tantos casos que hacen
que los ciudadanos se sientan perplejos, y profundamente indignados.
Con su peculiar estilo sencillo y directo, el
Papa exhorta a estos amantes del latrocinio "para que el Señor cambie el corazón de estos devotos de la diosa
coima y se den cuenta de que la dignidad viene del trabajo digno, del trabajo
honesto, del trabajo de todos los días y no de estos caminos más fáciles que al
final sacan todo". "Comenzamos tal vez con un pequeño sobre, pero
esto es como las drogas, eh!. Por lo tanto, el hábito a los sobornos se
convierte en una adicción" .
Como Horacio diremos: ¿A qué dios
invocará el pueblo en la ruina del Imperio? ¿A dónde deberemos clamar para que
cesen estos desmanes? ¿A quién dará Júpiter la misión de expiar tan horrendo
crimen?
Pediremos a Noto que disipe
pronto estos negros nubarrones oscuros que infunden más horror que el veneno de
las áspides, que los alejen de nuestro cielo y los confundan en los avernos
para que brillen diáfanos nuevos días de claridad y transparencia.
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