Oigo voces en la noche.
Las voces doloridas,
las voces innominadas
de la violencia,
de la carne herida,
de la luz violada.
Y todos callan.
Oigo esas voces tercas
que vientos inclementes
traen.
Y...no hay lenitivo.
Pronto, mañana,
el céfiro amanecer
traerá voces de paz,
de justicia,
diáfano horizonte
que disipará las sombras
de la noche.
Y...la luz brillará
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