Un niño de unos nueve o diez años, sentado en un taburete de una cafetería. Sus padres tomando alguna consumición. Absorto mira, sin perder detalle, la televisión que en aquellos momentos emite una serie muy conocida: los Simpson. El local, lleno, es una torre de Babel: allí no hay quién se entienda. Por supuesto, la televisión no se oye. Este es el escenario.
El niño no pestañea; se diría que está tan metido en los personajes que los oye y entiende lo que dicen. ¡Qué fascinación ejercen sobre él los dibujos! ¡ Qué deleite!. Si, en algún instante, desaparecen, sin inmutarse, saca de su funda una PSP y comienza a jugar entretenidamente. No hay niño.
¿Qué sucede hoy día con los hijos?Lo digo por si puede ser motivo de reflexión.
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