jueves, enero 30, 2014

PASEO POR MONFRAGÜE

Esta mañana soleada y tiernamente fría, he recorrido una de las rutas de Monfragüe, subiendo y descendiendo después la ladera derecha del Tiétar entre el Salto de Torrejón y Villareal de San Carlos, nombre que encierra toda la belleza de este paraje del Parque Natural de Monfragüe. Veredeando la orilla y sus meandros he oído el silencio, sentido la calma y el sosiego de los lugares idílicos de que nos habla Garcilaso en sus églogas. En suma, he bebido la naturaleza en su esplendor.

Todo el recorrido es un bálsamo de paz y tranquilidad, un desfrute para los sentidos. El ruido manso de los arroyuelos que encuentro, el verdor del campo, la jara pringosa, los lentiscos resinosos, los pedregales pizarrosos, las centenarias encinas, el aroma del romero, los cormoranes en su infatigable búsqueda de comida zambulléndose en las mansas aguas del río, los voraces buitres sobrevolando sobre los farallones de cuarcita, las huellas del esquivo jabalí y de los ágiles ciervos sobre el terreno- no llego a ver ninguno-, pero es fácil imaginarse su deambular por estos terrenos de lomas y serrijones, de hontanares y arroyos donde acuden a beber en mañanas de sol y calma. En fin, una perdurable mañana.

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