El deseo de felicitar el nuevo año siempre fue para mí una pantomima, una patochada, un fingimiento de algo que no se siente-en la mayoría de las veces-¿por qué tenemos que desearle felicidad a todo el mundo?. Todos los 31 de diciembre nos aproximamos, como por ensalmo, a una especie de muro que hay que atravesar con una copa en la mano al son de unas campanadas que anuncian las doce de la noche-como si todos los días no sucediera lo mismo, a la misma hora; y ni nos enteramos-para decir que hemos entrado en un nuevo año.
Todo esto no es más que una farsa. No me dice nada este señalado paso del tiempo y si no fuera por toda esa parafernalia que se monta esa noche, nadie repararía en que hemos cambiado a un nuevo año. Dentro del calendario cristiano occidenal no es más que un día normal. Nunca he tenido ganas de salir de un año para entrar en otro, sino quedarme con y en mi tiempo. No celebro nada, ningún buen año que esté por venir, no quiero adular al tiempo y menos al venidero - que no sé qué traerá-que me hurtará mi tiempo particular de vivencia (cuanto más vivimos menos tiempo de vivir nos queda).
Por otra parte, ¿qué nos espera con el nuevo año? Subidas de impuestos: luz, agua, gas, carburantes, etc, etc. ¿Por qué ese imperioso deseo de entrar en el nuevo año que afectará a nuestros bolsillos?¿Por qué esas efusivas felicitaciones y esos deseos que sabemos que - mayoritariamente- no se cumplirán?
Todo ello me lleva a decir que no celebraré nada. Sintiéndolo mucho- aunque poco importa que lo sienta o no-no me prestaré a esta farsa del tiempo. Si me felicitan el año lo tomaré como una atención -que no se diga que soy desatento y grosero- y lo aceptaré pero en el fondo de mi estos días serán como los demás. En mi corazón solo anida la esperanza para los que sufren, para los desprotegidos, para los que no pueden enfrentarse a la vida, para los que sin ser culpables sufren el azote del paro y de todas las lacras de una sociedad que hemos conformado a base de "buenos deseos de felicidad" año tras año en estas " desafortunadas fechas" . Por lo demás felicidades.
Por otra parte, ¿qué nos espera con el nuevo año? Subidas de impuestos: luz, agua, gas, carburantes, etc, etc. ¿Por qué ese imperioso deseo de entrar en el nuevo año que afectará a nuestros bolsillos?¿Por qué esas efusivas felicitaciones y esos deseos que sabemos que - mayoritariamente- no se cumplirán?
Todo ello me lleva a decir que no celebraré nada. Sintiéndolo mucho- aunque poco importa que lo sienta o no-no me prestaré a esta farsa del tiempo. Si me felicitan el año lo tomaré como una atención -que no se diga que soy desatento y grosero- y lo aceptaré pero en el fondo de mi estos días serán como los demás. En mi corazón solo anida la esperanza para los que sufren, para los desprotegidos, para los que no pueden enfrentarse a la vida, para los que sin ser culpables sufren el azote del paro y de todas las lacras de una sociedad que hemos conformado a base de "buenos deseos de felicidad" año tras año en estas " desafortunadas fechas" . Por lo demás felicidades.
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