”La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra y el mar encubre; por libertad así como por la honra, se puede aventurar la vida..."
Hoy día la libertad aparece formalmente garantizada sobre todo en los paises que se declaran como democracias. Aún así, resulta pertiente recordar que, a veces, la auténtica libertad, la libertad sustantiva no existe si se conculcan principios básicos que afectan a la solidaridad y a la justicia.
Diremos el verso de Miguel Hernández
“Para la libertad sangro, lucho, pervivo…”
La libertad es acción porque es una relación activa con Dios, que nos debe conducir a una sed de revelación porque si el hombre quiere ser libre, libre de todo lo que hay a su alrededor, debe ser, valga la paradoja, dependiente de Dios.
Juan de la Cruz, el “hombre celestial y divino”, creyente cristiano integral, propone como único camino de libertad plena la “unión con Dios”
“Todo el señorío y libertad del mundo, comparado con la libertad y señorío del espíritu de Dios, es suma servidumbre, y angustia, y cautiverio” (Ib., 4, 6).
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