El mundo de los toros, es indudable, tiene una seña de identidad cultural que nunca podrá obviarse a la hora de enfocar el problema que sobre su prohibición se está generando en Cataluña. Vemos que personajes y entidades de lo más variopintas están estos días desgranando con fruición sus argumentos en favor y en contra de la celebración de corridas de toros. Pero el asunto, creo yo, es más bien de libertad como ya han expuesto otros; de esa libertad que cada uno tiene para enjuiciar y opinar sobre este y otros aspectos de la vida; de esa libertad que le lleva a cada uno a decidir sobre ir o no al espectáculo de los toros, al cine, al teatro...sin que porque a un grupo que gobierne o dirija se le antojase cerrar una sala de cine o un teatro porque la película o la obra que se representara no fuese del agrado suyo. Nos parecería demencial que esto sucediese, pues por lo mismo no deben prohibirse los toros. todo lo que sea prohibir es retrotraerse a tiempos felizmente superados ¿ o no?. El tema es, a mi entender, un problema de libertad y no de prohibición. Dejen a la gente ejercerla o convenzan con argumentos a los partidarios de la fiesta para no asistir a la misma y ella sola terminará por desaparecer o ignórenla; pero nunca, nunca la prohíban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario