Hacía ya años que la nieve no llegaba a Plasencia. Esta mañana un manto blanco envolvía a la ciudad. Era una imagen distinta la que daba. Los primeros copos empezaban ayer y durante toda la noche una fina nieve caía y esta mañana las primeras huellas de los caminantes más madrugadores quedaban presas en la alfombra alba de las calles. Sabemos que no durará mucho y que a la hora que escribo este post buena parte de la nieve caída ya se ha deshilachado en finos hilos de agua. Es una sensación que me retrotrae a otros tiempos y a otras sensaciones. Su recuerdo permanece en la memoria al igual que aquel cantar que dice:
Si está cayendo la nieve
si está cayendo que caiga,
yo me arrimo a tu cintura
y no me mojo con tu hermosura.
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