viernes, noviembre 27, 2009

Lectores de e-books


 Con motivo del Día del Maestro
Una vez más vuelvo al tema, recurrente ya, de los lectores de libros digitales. Mi afición a los libros lleva camina de convertirse en una hidra de dos cabezas ( de momento; en el futuro podrá tener hasta siete). Mi afición y amor por los libros, su tacto, su textura, su olor, su tamaño, siempre han creado en mí una especie de liturgia de la soledad en su compañía, difícil de abstraerme de ella, vinculada a un entorno o atmósfera de desorden, de ensimismamiento, de lugar de almacenamiento polvoriento que se hace cada vez más dilatado espacialmente hablando. Sé que nunca renunciaré al mismo. También sé que esto no puede extenderse de manera indefinida. ¿La solución? No la tengo. Acaso sea la regeneración, es decir, la capacidad de poder disponer de una nueva cabeza con la que absorber esta necesidad.
La nueva cabeza de esta bicefalia la constituye la utilización de las nuevas tecnologías, entre las que se encuentran los lectores de libros digitales, los e-books. Con ello, el negocio de los libros sufrirá una radical transformación, así como la forma de leer, en un futuro no demasiado lejano, con un cambio más o menos profundo en nuestros hábitos.
Muchos seremos los que no renunciaremos a la tradicional biblioteca, aunque no sé si resistiremos al uso de las nuevas técnicas, al ver la posibilidad de almacenar digitalmente, en un espacio pequeño todo lo que nos imposibilita el espacio físico de una biblioteca en casa. Y, así, nos asomaremos a ojear las páginas de un libro de nuestra biblioteca, a la vez que podremos  mirar la pantalla de nuestro e-book en el que tendremos almacenados cientos de libros que no cabrían en nuestras estanterías de casa.
Se podrán dar estos supuestos siempre que, como creo que sucederá, en el futuro haya sincronía entre las ofertas cada vez más amplias y competitivas de estos aparatos tecnológicos y las editoriales y distribuidoras de libros digitales, que hoy día se nos antojan escasas y diacrónicas.
Espero no tener que renunciar al placer de tener un libro de papel entre las manos ni tampoco a la pérdida del tren del futuro digital. Mi deseo que ambos convivan en perfecta armonía. No puedo aventurar que esto sea posible, pero sí deseable

1 comentario:

Jenofonte dijo...

Si, es verdad, el tema es ineludible, y da por supuesto para largos debates si es que los defensores de uno y otro libro, papel o digital, deciden endurecer sus posiciones.
Pero la cuestión está en ¿por qué razón uno debiera reemplazar al otro?. Como antiguo lector siento al igual que usted un profundo amor por los libros impresos en papel, pero es porque esos son los libros con los que aprendí a leer, supongo que cuando apareció el papel, más de un viejo lector empedernido defendió en su momento el olor y el tacto del pergamino. Las nuevas generaciones, más amigas de la pantalla que del papel, apreciarán más el libro electrónico, seguramente, ¿por qué criticarles?.
Lo que es yo, aunque amante del libro en su forma digamos, tradicional, no puedo renegar, de ninguna manera, del libro digital, porque me ha permitido acceder a obras a las que jamás, por motivos tanto físicos como económicos, podía esperar leer alguna vez.
Así es que en mi vida pueden convivir los dos formatos, cada uno en su terreno, los dos buenos, los dos necesarios, los dos valiosos. Y si algún día apareciera otra forma de almacenar y transmitir una obra literaria, que se yo, por una inyección directa a las neuronas, puede ser, igual la recibiría, que no porque seamos lectores de papel y tinta tenemos que rechazar sin más los frutos de la ciencia y la tecnología, que al fin y al cabo en este mundo actual, es la que nos viste y nos alimenta, nos mantiene, nos educa y nos entretiene.