A mi vuelta de las vacaciones, decir que han sido novedosas e impactantes por lo que he visto: una naturaleza muy diferente. Entre lo más sorprendente de todo lo visitado, el Pico madeirense de Arieiro, de unos 1800 metros. El camino recorre inclinadas laderas, bosques de laurisilvas que aromatizan el paisaje Poco a poco, a través de nubes que dejan una fina y neblinosa lluvia, casi imperceptible, se llega a un paisaje soleado, mientras los blancos algodones de las nubes ven quedando a nuestros pies, paisaje de rocas volcánicas desde el que se divisan los valles y montañas verdes de afiladas cumbres. Lugar de ensueño y luz.
Lugar de trasformaciones cromáticas, microcosmos impresionista envidia de la pintura y reto a los sentidos y a la propia inteligencia. Aquí, cada planta, cada flor, cada rincón, cada vista esparcida, representa un poema dentro del más completo poemario que jamás se haya creado. Puedo decir y aplicar aquellos versos del poeta Miguel Casado:
Contemplo claridades,
franjas de azul entre nubes, el aire
como tránsito, el agua como tránsito,
la luz entre líneas.
Contemplo claridades,
franjas de azul entre nubes, el aire
como tránsito, el agua como tránsito,
la luz entre líneas.
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