Benedicto VI en su Encíclica nos habla de la caridad de la Iglesia y nos dice que quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca debe imponer a los demás la fe de la misma. Y esto cobra su sentido más puro en el día del amor fraterno, en la conmemoración del día por excelencia de la caridad que es la festividad del Corpus Christi.
En esta fecha en numerosos lugares salen a la calle o preparan mesas para pedir ayudas para Cáritas. Voluntariamente la persona interesada en aportar su donativo se acerca a la mesa para darlo. Pero ocurre a veces que los voluntarios recaudadores "acosan" a los transeuntes, y más si le conocen, para presionarle a que entregue su denario y que cuando ven la cantidad que el "acosado" aporta, refunfuñan, torciendo el gesto e incluso exigiendo más.
Esto fue lo que me ocurrió a mí, esta mañana, cuando pasé cerca de una de las mesas. Quien me asaltó, enfurruño el gesto sin ni siquiera dar las gracias por lo que aporté. Estas personas que proceden así, son luego, los meapilas y besaaltares, los que siempre están inmiscuyéndose en la vida de los demás, los que critican, los que dan las migajas que les sobran cual ricos epulones. Son personas que aparentemente comulgan con todos los postulados de la Iglesia, metidas en los cenáculos de instituciones caritativas para manejar luego los fondos captados y erigirse en mecenas de las obras misericordiosas que se hacen y salir en las fotos oficiales y , quizás, no han penetrado nunca en los abismos del dolor humano ni ponen la X en la casilla de la declaración de la renta porque creen que van a pagar más.
Todo este coro de adláteres de la Iglesia seguro que no conocen al Jesús de Nazaret de que nos hablan los evangelios y que seguramente no podrán nunca responder a la pregunta que Jesús nos formula: " Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo?", porque ni se acercarán a la suela de su zapato.
En esta fecha en numerosos lugares salen a la calle o preparan mesas para pedir ayudas para Cáritas. Voluntariamente la persona interesada en aportar su donativo se acerca a la mesa para darlo. Pero ocurre a veces que los voluntarios recaudadores "acosan" a los transeuntes, y más si le conocen, para presionarle a que entregue su denario y que cuando ven la cantidad que el "acosado" aporta, refunfuñan, torciendo el gesto e incluso exigiendo más.
Esto fue lo que me ocurrió a mí, esta mañana, cuando pasé cerca de una de las mesas. Quien me asaltó, enfurruño el gesto sin ni siquiera dar las gracias por lo que aporté. Estas personas que proceden así, son luego, los meapilas y besaaltares, los que siempre están inmiscuyéndose en la vida de los demás, los que critican, los que dan las migajas que les sobran cual ricos epulones. Son personas que aparentemente comulgan con todos los postulados de la Iglesia, metidas en los cenáculos de instituciones caritativas para manejar luego los fondos captados y erigirse en mecenas de las obras misericordiosas que se hacen y salir en las fotos oficiales y , quizás, no han penetrado nunca en los abismos del dolor humano ni ponen la X en la casilla de la declaración de la renta porque creen que van a pagar más.
Todo este coro de adláteres de la Iglesia seguro que no conocen al Jesús de Nazaret de que nos hablan los evangelios y que seguramente no podrán nunca responder a la pregunta que Jesús nos formula: " Y vosotros, ¿ quién decís que soy yo?", porque ni se acercarán a la suela de su zapato.
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