A vista de pájaro

Valdeamor. Suena a poema. Es el nombre de un Club de Vuelo el Norte de Extremadura que comprende los Valles del Jerte y del Ambroz. Vuelo Libre Valdeamor es su título. Y es eso, libertad. La que siente y tiene cada componente de esta agrupación.

Hoy he asistido al vuelo de dos de sus componentes-uno era mi hijo- desde el pico del Pitolero, con vista a los dos valles y casi 900 metros de desnivel sobre las cabezas de El Villar y Cabezabellosa. Es la segunda vez que presencio este espectáculo que tanto engancha a sus practicantes, a pesar de los dolorosas experiencias que, a veces, se viven (algunas bastante recientes, como me contaban).
Es un espectáculo sobrecogedor ver alzarse en majestuoso vuelo sobre el abismo a estos jóvenes. Todo está minuciosamente preparado. Múltiples y delgadas cuerdas (no sé su nombre en el argot) parten del parapente multicolor para confluir en las manos que las manejarán con destreza en el aire, cuyas corrientes o térmicas harán que el vuelo sea placentero o no. Lo cierto es que desde esa posición se sienten como pájaros en la más absoluta de las libertades.

Descender del cielo al fondo
buceando el aire,
volar en el vértigo del filo
cortante de la sima,
entre hilos de oro
y tejido multicolor,
nadar la libertad
en montañas de sueños,
flotando en el tiempo,
sintiendo el palpitar sanguineo.
Es la irrealidad de este deporte.