Cerró José Tomás su campaña en Barcelona. Llenó de color el coso barcelonés, encendiendo el trapo rojo de la muleta, desplegando con el capote su torería. La emoción subió a los tendidos que revivieron el delirio de los aficionados.
El calor y la quietud se añaden al paso lento de los pitones junto a la taleguilla asfixiando la garganta que imposibilitaba el “olé” de los aficionados. Luego, incontinente, recoge el abanico de la muleta, para dar resuello al toro y propiciar el alivio de las gargantas de los aficionados. Así es el estilo único del Príncipe de Galapagar cuando se enrolla el toro a la cintura en majestuoso pasar, como el viento, del astado. Cual nuevo Manolete, José Tomás enciende candiles alrededor del trapo rojo para mecer con mimo de madre los toros que lidia.
Como días antes hiciera en Murcia y antes en Salamanca, José Tomás asciende cada día a los más altos peldaños de la tauromaquia. Que la temporada americana le sea propicia.
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