miércoles, agosto 15, 2007

Vuelta

Retomo otra vez el curso normal de mis post con esta entrada sobre un tema que no he tocado nunca. Seguramente sea esta la única vez que lo haga:

La soledad y el poder

La imagen se produjo en las pasadas elecciones autonómicas: un Ibarra abatido, cansado, desencantado, entrega el relevo (poder) a un Vara exultante, victorioso. Este es el grupo escultórico que se muestra en la sede del Psoe. Es el testimonio del partido, el compromiso con el futuro. Entonces el relevado pasa a un estado de latencia, de inmersión en el que ya no puede galopar en su brioso corcel. Está al borde del olvido. Esto es así en todos los relevos incluido el político.

Al Sr. Ibarra, otrora astuto Ulises del olimpo socialista, ganador de voluntades, que con sagacidad felina hizo rodar por el suelo cuantiosas cabezas emergentes de poder, que ofreció los presentes de sus numerosas victorias al Sanedrin del partido y se presentó siempre como conquistador, preservando del poder bárbaro de la derecha las provincias extremas del oeste del Imperio, a él quiero dedicar estas líneas, ahora, en su abatimiento para reconfortarle en estos momentos de amargura y abandono que sufre. A él que ha sabido renunciar al cuantioso botín obtenido en sus luchas electorales mientras contemplaba a la carroña disputarse los despojos en las batallas.

Ahora, empero, flácidas las fuerzas, en la soledad del vacío de poder, olvidado por los que encumbró y en un supremo esfuerzo por hacerse oír, clama desde el pozo del desagradecimiento, quiero ser yo, simple ciudadano, el que compense con estas palabras el trato recibido.

Estoy con el Sr. Ibarra para, modestamente alentarle y alertarle sobre los mediocres, zalameros y aduladores para los que el ejemplo del Sr. Ibarra debiera ser el freno a su desbordada mezquindad y egoísmo

Nadie ha salido en su defensa en el asunto del solitario y su abogado. Así de ingrata es la vida, también la política. Ya dice la sentencia: “ no habrá justicia hasta que los no agraviados sientan la misma indignación que los que sufren el agravio

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